¿Qué oportunidades brinda el desarrollo económico?
Descubrir las tendencias estructurales depende de la habilidad para conocer la dirección de los cambios a largo plazo. Estamos convencidos de que el interés político se está desplazando cada vez más hacia un modelo económico inclusivo, innovador y sostenible y de que, en el futuro, el desarrollo no tendrá mucho que ver con las ideas tradicionales de progreso. Bajo nuestro punto de vista, el crecimiento «1.0» presentaba tres características básicas: se concentraba en unos pocos grandes ganadores; el daño al medio ambiente se consideraba un efecto secundario cuyo coste no se calculaba; y, como consecuencia de la globalización, se beneficiaba de una reducción de los costes al ampliarse las cadenas de suministro y abaratarse la mano de obra y el capital. Por el contrario, el desarrollo económico de nueva generación nos parece más inclusivo en la medida que se ha ampliado la base de beneficiarios. La irrupción de los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) y los efectos del cambio climático supondrán una mayor atención al crecimiento sostenible. Por último, según vaya avanzando el proceso de desglobalización, la presión para aumentar la eficiencia de los sectores industrial y de servicios favorecerá el surgimiento de soluciones innovadoras a los problemas.
Esta perspectiva más inclusiva, innovadora y sostenible del futuro permite a los inversores diseñar una hoja de ruta y es, a nuestro juicio, especialmente relevante en el caso de los mercados emergentes. A la hora de invertir en ellos, prevemos que persistan ciertas dificultades, pero la adopción de una visión estructural nos permitirá entender con mayor claridad algunos eventos. Es más, el propio contexto de los mercados emergentes puede servir de catalizador por los siguientes motivos:
El enorme protagonismo de la tecnología «verde» y de las industrias basadas en la ciencia, como la fabricación de productos de gama alta, de cara a la próxima década. Los mercados emergentes son una clase de activo diversa, conque, pese a la desaceleración de China, el crecimiento podría intensificarse en muchos otros países, impulsando con ello los resultados empresariales relativos y las cuotas de mercado.
El cambio demográfico. En los mercados emergentes vive el 82 % de la población del planeta, pero actualmente solo representan el 26 % de la capitalización bursátil mundial1. Con una población joven y una clase media al alza, los ingresos de las empresas podrían verse impulsados por la «premiumización» del consumo y la creciente adopción de tecnología punta.
La diversificación acelerada de las cadenas de suministro, a consecuencia de la desglobalización, para lograr una mayor autosuficiencia y una menor dependencia de China. De esta tendencia están sacando partido países con salarios relativamente bajos pero que cuentan con mano de obra cualificada o acceso a tecnología avanzada, como India, Indonesia, Tailandia, Vietnam y México.
La digitalización y el desarrollo de infraestructuras. Los mercados emergentes arrastran menos problemas heredados que los mercados desarrollados a la hora de construir infraestructuras. Esto les supone una ventaja a la hora de crear ciudades inteligentes, redes 5G y sistemas de transporte. Y lo mismo puede aplicarse al diseño de vehículos eléctricos y al consumo futuro.