Diversas tendencias seculares están estimulando la innovación y la disrupción en la economía mundial y creando lo que consideramos atractivas oportunidades de inversión temática. En esta serie de artículos, examinamos de cerca algunas de estas tendencias, el alcance del conjunto de oportunidades y los riesgos relacionados.
En esta ocasión, nos centramos en la inclusión financiera, es decir, el esfuerzo global para garantizar que las personas tengan acceso a productos y servicios financieros útiles y asequibles. Entre nuestras principales conclusiones destacamos las siguientes:
- Existe un amplio respaldo político en todo el mundo para impulsar la inclusión financiera, en particular en los mercados emergentes.
- Si bien la inclusión financiera ha ido mejorando gradualmente a lo largo de los años, esperamos que se produzcan avances más rápidos gracias a la digitalización de los servicios financieros y a la creciente aceptación de la tecnología por parte de los consumidores tras la pandemia del COVID-19.
- Todas estas tendencias pueden generar atractivas oportunidades de inversión, incluso en ámbitos como los préstamos al consumo, la microfinanciación, los seguros, el acceso a los mercados de capitales y el ahorro/inversión.
Visión general de la inclusión financiera y el papel fundamental de los mercados de capitales
La inclusión financiera resulta esencial para reducir la desigualdad y mejorar las perspectivas de desarrollo económico a nivel global. En los últimos años se han hecho enormes progresos: por ejemplo, el 76 % de los adultos de todo el mundo tiene una cuenta bancaria, frente al 50 % en 2011. Y en los mercados emergentes, casi el 60 % de los adultos realizaron o recibieron pagos digitales en 2021, frente al 35 % de 2014.1 Sin embargo, los responsables políticos de todo el mundo reconocen que aún queda mucho por hacer. Las Naciones Unidas consideran que la inclusión financiera es uno de los principales factores para alcanzar siete de sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, y más de 60 países han puesto en marcha estrategias a nivel nacional para la inclusión financiera desde 2010.2
La clave para mejorar la inclusión financiera son unos mercados de capitales bien desarrollados. Constituyen un motor de crecimiento económico, lo que favorece el empleo. Aportan ahorros a la economía, poniendo el capital a disposición de las empresas, lo que, a su vez, crea puestos de trabajo y facilita el crecimiento de los salarios reales. Además, está demostrado que los mercados de capitales se asocian a niveles de productividad más altos, ya que la asignación de recursos es más eficiente al contar con una información de mayor calidad, mecanismos que apoyan la buena gobernanza y la asignación de capital a proyectos innovadores.
Al ofrecer diversas fuentes de financiación a los agentes económicos reales, los mercados de capitales fomentan la competencia por la financiación bancaria, impulsan a los bancos a aumentar su eficiencia y reducen el coste del capital bancario. Esto, a su vez, permite que los bancos aumenten su capacidad de préstamo, incluso a las empresas más pequeñas. Por último, unos mercados de capitales bien desarrollados pueden dar acceso a herramientas que ayuden a los hogares y a las empresas a invertir pensando en el futuro y a gestionar mejor sus riesgos.