Aunque los inversores no tengan una bola de cristal, hay algo que parece inevitable en 2025: los mercados volverán a girar en torno a la concentración del mercado, la inflación y las valoraciones. Por tanto, el gran desafío que nos depara 2025 es el siguiente: ¿cómo posicionar las carteras para afrontar las turbulencias que se avecinan sin perder de vista las oportunidades a largo plazo?
Aunque parezca contraintuitivo, creo que la respuesta no está en centrar nuestro foco de atención, sino en ampliarlo. En mi opinión, convendría analizar las cuestiones anteriores (concentración del mercado, inflación y valoraciones) con un enfoque de «¿que pasaría si...?». ¿Que pasaría si continúa la concentración del mercado? ¿Qué pasaría si vuelve la inflación? ¿Reanimarán los estímulos a la renta variable china? Las soluciones de inversión no pueden diseñarse teniendo en cuenta únicamente la hipótesis de base, sino que requieren un análisis exhaustivo de escenarios y pruebas de estrés de varios «¿qué pasaría si...?» para comprender cómo responderían las carteras en diferentes condiciones.
Tal vez una pregunta más acertada sea «¿qué estamos pasando por alto?». ¿Hay alguna perspectiva que no hayamos considerado? Cuando desarrollamos soluciones junto con nuestros clientes, no nos limitamos a estudiar los supuestos del mercado de capitales, sino que recurrimos a todo el ecosistema de Wellington, aportando perspectivas expertas en áreas como la construcción de carteras, el análisis fundamental bottom-up y la relación entre los sectores público y privado.
Tendencia hacia la longevidad
Como ejemplo, una oportunidad y un reto que estamos considerando es la longevidad, es decir, el hecho de que la gente vive más tiempo. La longevidad solía ser un objetivo en sí misma, pero ahora el foco está en cómo disfrutar de una vida más larga. Desde una perspectiva estratégica de inversión, esta temática estructural plantea dos cuestiones clave. En primer lugar, buscamos empresas que estén posicionadas para beneficiarse de este nuevo enfoque en la longevidad. Esto incluye a las compañías que contribuyen a mejorar nuestra calidad de vida a largo plazo, tanto en términos de salud como de forma física o financiera. Dentro de este conjunto de oportunidades, dividimos las empresas en tres áreas principales: aquellas que están revolucionando el tratamiento de las enfermedades, como las que utilizan biotecnología o proporcionan productos farmacéuticos y dispositivos médicos; aquellas que adoptan un enfoque global del bienestar, como las que venden aparatos para hacer ejercicio, dispositivos portátiles o alimentos funcionales; y aquellas que promueven una vida larga y agradable después de la jubilación, como las gestoras de patrimonio y las aseguradoras.
Una nueva forma de concebir la renta
La segunda cuestión clave es cómo financiar una vida más larga tras la jubilación. Para los clientes, esto implica una mayor atención a la generación de ingresos y, lo que es más importante, a la protección frente a los riesgos. Tras la expansión monetaria cuantitativa, los rendimientos están, al menos en términos nominales, en mejores niveles. No obstante, creemos que es importante adoptar una perspectiva a más largo plazo y pensar estratégicamente en cómo crear un flujo de ingresos diversificado que se mantenga durante toda la jubilación. Para ello, debemos considerar todas las clases de activos. Por ejemplo, los gestores de renta variable que generan ingresos, cuando se combinan con otros gestores defensivos, pueden ofrecer protección frente a caídas y, al mismo tiempo, cubrir las necesidades propias de la jubilación de los clientes.
¿Y en cuanto a los «qué pasaría si...»?
¿Podría volver la inflación en 2025?
A pesar de que la inflación ha caído tras alcanzar niveles máximos en la mayoría de los mercados desarrollados, en 2025 podría volver a repuntar, sobre todo si el aumento de los aranceles y los controles migratorios se materializan durante la presidencia de Trump. Este es un importante «¿qué pasaría si...?» a corto plazo, pero una perspectiva a más largo plazo que no debería pasarse por alto es el impacto del cambio climático en la inflación, dado el volumen de inversión que será necesario para adaptarnos a los fenómenos meteorológicos extremos. Si incorporamos el cambio climático a los supuestos del mercado de capitales, observamos un aumento estructural de la inflación a lo largo del tiempo. Por tanto, añadir a la cartera clases de activos o estrategias que ofrezcan una posible protección frente a caídas en caso de que vuelva la inflación, como los alternativos, es una opción que merece consideración. El aumento de la inflación y de la volatilidad asociada entre regiones provocará una mayor dispersión entre países y empresas, lo que generará potenciales oportunidades para estrategias dinámicas y activas.
¿Están los mercados de renta variable demasiado concentrados?
Otro «¿qué pasaría si?» que estamos analizando es la concentración de los mercados. Existe la percepción de que los mercados de renta variable están demasiado concentrados como para generar alfa. Sin embargo, nuestro equipo tiene una perspectiva alternativa, ya que considera que es posible aumentar el abanico de oportunidades a través de estrategias de ampliación, lo que otorgaría un mayor protagonismo a la capacidad de selección de valores.
¿Cuál es la perspectiva de China en 2025?
La economía china está estancada y enfrenta varios retos estructurales que exigirán reformas dolorosas. Si lo comparamos con la tendencia anterior al Covid, el sector privado nacional es el que más dificultades atraviesa debido a la debilidad del crecimiento del comercio minorista y al colapso del sector inmobiliario (Gráfico 1). Nuestro modelo de trabajo sobre la eficiencia del mercado nos indica que existen oportunidades idiosincráticas en China, pero antes de mostrarnos optimistas con respecto al mercado en general, necesitamos constatar que se están resolviendo los problemas estructurales. El mercado de renta variable ha sido diferente de otros mercados emergentes en el sentido de que las mejoras del PIB no se han traducido en un crecimiento de los beneficios empresariales, lo que ha perjudicado la rentabilidad de las acciones en la última década.
Los responsables políticos han introducido medidas de estímulo importantes este año, con el fin de abordar tanto los retos económicos estructurales como de mejorar la débil confianza.