La posible volatilidad derivada de las elecciones estadounidenses en los próximos meses nos impide cambiar a una posición más sobreponderada en renta variable global. No tenemos una alta convicción sobre el resultado de las elecciones y preferimos mantener cierto margen para aumentar nuestra exposición a la renta variable en puntos de entrada más favorables.
Conservamos una posición neutral respecto a la renta variable estadounidense, principalmente por prudencia, ya que el mercado alcanzó nuevos máximos tras el recorte de tipos de la Reserva Federal en septiembre y está caro según las métricas de valoración tradicionales. Pero si lo ajustamos en función de los tipos de interés a la baja y el potencial de crecimiento de los beneficios a largo plazo, el índice estadounidense se aproxima a su valor razonable. Los beneficios se sustentan en una ampliación de los márgenes, con un crecimiento de la productividad que supera ampliamente al de los costes laborales unitarios, lo que indica una mejora de la competitividad.
Las valoraciones de la renta variable japonesa se muestran más atractivas tras el episodio de volatilidad de agosto, por lo que nos inclinamos nuevamente por este mercado tras el paréntesis de principios de año. Estamos convencidos de que gran parte de la volatilidad se debió a factores técnicos relacionados con el posicionamiento y el carry trade, más que a una debilidad de los fundamentales. Asimismo, creemos que las razones estructurales a favor de la renta variable japonesa, como la mejora del contexto macroeconómico, las reformas empresariales y el aumento de la rentabilidad del efectivo a través de recompras, siguen en gran parte intactas. Aún hay margen para una mayor revalorización, con nuestra rentabilidad esperada repartida equitativamente entre el incremento de la valoración y el crecimiento de los beneficios empresariales.
En China, las recientes medidas de estímulo representan un paso en la dirección correcta hacia la liquidez y la confianza. Sin embargo, estamos a la espera de conocer más datos sobre la política monetaria para determinar si se trata de un punto de inflexión en la confianza y las valoraciones. Mientras tanto, la debilidad de la confianza del sector privado, el deterioro de la dinámica del mercado inmobiliario y el recrudecimiento de los riesgos deflacionistas nos llevan a ser prudentes respecto a las perspectivas.
También nos mostramos más pesimistas sobre la renta variable europea en comparación con otros mercados. Las perspectivas de beneficios son poco prometedoras: a excepción de los sectores más orientados al mercado nacional, como los bancos y los servicios públicos, la renta variable de la región sigue mostrándose muy dependiente de una inflexión en el ciclo global.
En cuanto a sectores, nos decantamos por los servicios financieros, seguidos del consumo discrecional, los servicios públicos y el sector tecnológico. Tenemos una exposición infraponderada a materiales, bienes de consumo básico y servicios de comunicación. Estas preferencias sectoriales relativas conforman una visión cíclica equilibrada. Nuestra posición larga en tecnología frente a una posición corta en servicios de comunicación neutraliza una apuesta directa por los Siete Magníficos.
Bonos del Estado: inicio del ciclo expansivo
Los bancos centrales de todo el mundo están en modo expansivo, y el reciente recorte del coeficiente de reservas obligatorias en China es otra muestra de ello. Por supuesto, siempre hay excepciones. El Banco de Japón está normalizando los tipos al alza, y las variaciones en el crecimiento y la inflación están llevando a varios bancos centrales, como el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo (BCE), a actuar de forma más comedida. Sin embargo, el fuerte recorte de 50 pb de la Reserva Federal demuestra su compromiso con el crecimiento de EE. UU., una postura que también beneficiará a la economía global.
Dicho esto, cambiamos nuestra posición de larga duración a neutral y eliminamos la exposición al valor relativo regional. Al igual que ocurriera en ciclos expansivos anteriores, los mercados anticiparon el primer recorte de tipos de la Fed, y el rendimiento a 10 años en EE. UU. bajó casi 80 pb antes de la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de septiembre. A partir de este momento, creemos que el rendimiento a 10 años se mantendrá en un rango del 3,25% al 4,25%, siendo más probable que la parte corta de la curva de tipos experimente una mayor presión a la baja que la parte larga. De hecho, el rendimiento a 10 años aumentó tras el anuncio de la Reserva Federal. Por otra parte, los mercados han anticipado un conjunto importante de medidas de flexibilización adicionales (gráfico 3), que incluyen recortes acumulados de aproximadamente 180 pb por parte de la Reserva Federal, 135 pb del Banco de Inglaterra y 170 pb del Banco Central Europeo en los próximos 12 meses, todos ellos superiores a las proyecciones de los propios bancos centrales.