Prevención ante los malos emisores
Tom: La deuda sostenible es un segmento relativamente nuevo del mercado y carece de marcos reguladores sólidos que puedan dejar fuera a los malos emisores y evitar el «greenwashing». Seguimos asistiendo a la proliferación de deuda etiquetada como verde, social, sostenible, etcétera, y cada vez más con origen en emisores opacos en cuanto a sus objetivos de sostenibilidad. Una mayor atención por parte de los reguladores a los bonos verdes mediante la «adaptación a la taxonomía de la UE» y el posible «estándar de bonos verdes europeos», son pasos en la buena dirección. Estas políticas podrían promover una mayor transparencia, no solo sobre el uso de los ingresos, sino también sobre cómo los bonos verdes guardan sintonía con las credenciales de sostenibilidad generales de un emisor determinado.
Asimismo, creo que en 2023 seremos testigos de numerosos eventos relacionados con los bonos vinculados a la sostenibilidad. La Asociación Internacional del Mercado de Capitales endureció las normas voluntarias para los SLB a mediados de 2022, y tenemos la sensación de que el mercado se muestra cada vez más precavido ante los objetivos de rendimiento en materia de sostenibilidad menos ambiciosos o indistinguibles de la actividad habitual de la empresa. En 2023, muchos emisores de SLB se aproximarán a las primeras fechas de observación de dichos objetivos, por lo que será interesante evaluar sus resultados en relación con los indicadores clave de rendimiento. No nos sorprendería que el mercado empezara a mostrar una menor disposición a comprar SLB que no integren objetivos adecuados en comparación con otros emisores más ambiciosos.
Como agente de valores colegiado, en las conversaciones que mantengo a menudo con los emisores y sus asesores tengo la oportunidad de señalar las deficiencias estructurales que, a nuestro parecer, presentan sus ofertas de bonos sostenibles. Y como solemos reunirnos con los emisores antes de la comercialización de las emisiones, podemos sugerir formas de estructurar bonos sostenibles, en concreto para que los objetivos de rendimiento en materia de sostenibilidad resulten sólidos. Esta es una de las fórmulas con las que ayudamos a promover mejores estándares en el sector a fin de garantizar que el capital logre el mayor impacto posible.
Campe: En los ocho años que llevo analizando los mercados de deuda desde una perspectiva de inversión de impacto, debo reconocer que los estándares han mejorado, aunque aún queda trabajo por hacer. Nuestras estrategias de impacto de renta fija invierten tanto en emisiones de deuda etiquetada como no etiquetada que, en nuestra opinión, pueden tener un efecto medioambiental y social positivo. Para ello, aplicamos nuestro modelo de impacto a cada emisor y emisión siguiendo un enfoque bottom-up. Para estimar la idoneidad de las emisiones para esas carteras, empleamos un robusto modelo de bonos etiquetados.
En última instancia, consideramos esencial ir más allá de la mera etiqueta del bono. Para entender si un proyecto financiado tendrá un efecto social o medioambiental positivo, no solo tenemos que estar convencidos de la solidez estructural del bono etiquetado, sino que también necesitamos saber todo lo posible sobre el emisor y su compromiso con la consecución de un impacto positivo duradero. El diálogo activo, continuo y constructivo con los emisores en torno a una serie de temas, como los indicadores fundamentales, las estructuras de los bonos, los criterios ambientales, sociales y de gobernanza y las cuestiones relacionadas con el impacto, nos ayuda a conocer mejor los enfoques y las intenciones de los emisores.