Destrucción creativa
A la hora de evaluar el impacto de la IA en los precios de los activos, la mayoría de los inversores se basa en el modelo mental de los años 90. Este entorno favorable en el que la productividad y el crecimiento eran elevados y los precios moderados dio lugar a uno de los mercados alcistas más espectaculares de la historia. Sin embargo, hay dos diferencias fundamentales entre los precios de los activos actuales y los de principios de la década de 1990, cuando aún no existía Internet:
- La economía estadounidense está mucho más concentrada.
- Las valoraciones de los valores estadounidenses son mucho más elevadas.
La renta variable estadounidense ha obtenido buenos resultados en los últimos 13 años a pesar del débil crecimiento de la productividad. De hecho, numerosas economías crecieron más rápido y fueron mucho más productivas que la estadounidense tras la crisis financiera mundial. No obstante, la concentración de la industria ha aumentado notablemente en EE. UU. en las décadas pasadas, una tendencia que se acentuó en la última con las grandes empresas tecnológicas. El mercado no otorga valoraciones elevadas a la productividad y el crecimiento, pero sí a los flujos de caja fiables y las ventajas competitivas sólidas.
Esta dinámica se vería potencialmente alterada por la IA, ya que puede disminuir el coste de los nuevos participantes en lo que antes se consideraban modelos de negocio impermeables, sobre todo en muchos de los segmentos de mercado más rentables, como software, servicios y modelos que requieren poco capital. Como dijo Joseph Schumpeter, el economista que acuñó el término «destrucción creativa»: «En la sociedad capitalista, el progreso económico significa agitación». El caso es que la IA podría comportar un mayor crecimiento en EE. UU. y una economía más productiva, lo que no es necesariamente bueno para las acciones si ello supone un debilitamiento de aquellas ventajas competitivas de gran valor.