El efecto potencialmente transformador de una transición rápida
En las últimas décadas, muchos países en desarrollo han pasado directamente a desplegar redes de telecomunicaciones móviles y de servicios financieros descentralizados basados en tecnología digital, obviando por completo la construcción de redes de telefonía fija y de bancos físicos. Este rápido avance cabe atribuirlo a la curva de costes de la electrónica, ya que, a medida que la capacidad de procesamiento necesaria para hacer funcionar los dispositivos móviles se volvía más rápida y eficiente, sus costes asociados disminuían. Esta analogía sirve igualmente para las energías renovables frente a los combustibles fósiles:
el coste actual de generar energía a partir de hidrocarburos —carbón, gas y petróleo— es aproximadamente el mismo que hace 150 años, en términos ajustados a la inflación. Se han producido enormes avances tecnológicos en la perforación, extracción y generación de energía, pero, como los combustibles fósiles son un recurso finito, se agotan conforme se extraen, por lo que sus precios siguen siendo altos. En cambio, la curva de costes de las tecnologías renovables es radicalmente distinta por dos razones: en primer lugar, sus fuentes de energía —entre otras, el sol y el viento— son infinitas; en segundo lugar, son modulares y pueden aprovechar las economías de alcance y escala. En la última década, los costes de producción de la energía solar y eólica han descendido un 89 % y un 70 %, respectivamente2, y es probable que sigan haciéndolo de la mano de la mejora de las tecnologías asociadas y de la aceleración de su introducción en el mercado.
Los beneficios económicos a medio y largo plazo del salto abismal hacia la descarbonización —sobre todo en los países que en la actualidad no consumen mucha energía— podrían ser transformadores. Para los economistas, las infraestructuras energéticas son una tecnología de uso general, con numerosas aplicaciones. La transición energética, junto con los avances paralelos en comunicaciones, procesamiento de datos e inteligencia artificial, podría dar paso a una transformación económica a medio plazo difícil de imaginar hoy en día. En el futuro, la industrialización podría verse impulsada por sistemas energéticos basados en fuentes de baja emisión de carbono cuyos costes disminuirían con el aumento de la escala.