Infraestructura de datos
Esperamos que la mayor dependencia de la conectividad en el mundo suponga un impulso para ciertas empresas de satélites y operadores de telecomunicaciones. Sus modelos de negocio suelen aguantar bien en contextos inflacionarios, pues los contratos de las compañías de satélites habitualmente incluyen cláusulas de indexación a la inflación o de revisión de los precios, y las «telecos» que desarrollan sus actividades en un entorno de sana competencia, por lo general, gozan de una capacidad para fijar precios que se intensifica en períodos de inflación elevada. Además, consideramos que muchas de ellas aúnan estabilidad y perspectivas sólidas de crecimiento con valoraciones atractivas.
Actividades midstream del sector energético
En general, tratamos de evitar las empresas con alta sensibilidad al precio de las materias primas, pero apreciamos opciones de revalorización en áreas del sector midstream que obtienen un porcentaje mayor de los beneficios en segmentos estables y regidos por contratos —por ejemplo, el transporte de larga distancia—. También consideramos que las posibilidades de crecimiento de este subsector mejoran a medida que se construyen más terminales de gas natural licuado en Norteamérica, lo que requerirá nuevas infraestructuras de gasoductos.
Transporte
En entornos como este, generalmente nos mostramos prudentes ante las infraestructuras de transporte. En este universo de inversión, las autopistas de peaje revisten mayor interés, dado que a muchos concesionarios se les permite por contrato revisar sus tarifas en función de la inflación, al menos parcialmente. En cambio, nos generan dudas las empresas con un elevado apalancamiento, a nuestro parecer un problema en un período de tipos de interés altos, y las valoraciones de los aeropuertos, que no reflejan adecuadamente el efecto negativo de una posible recesión sobre el volumen de pasajeros y el consumo minorista en las terminales. Por otro lado, el sector ferroviario entraña varios riesgos a corto plazo por su carácter cíclico, pero confiamos en que, por su condición de medio de transporte con emisiones de carbono más reducidas, mantenga su capacidad para fijar precios y su crecimiento a largo plazo.
Conclusión
A pesar de que es probable que en 2023 la volatilidad siga siendo la tónica dominante en los mercados de renta variable, creemos que las perspectivas a largo plazo para los activos relacionados con infraestructuras se mantienen atractivas en todo el mundo. Dado que las valoraciones se sitúan en sus rangos históricos y que nuestros sectores favoritos brindan oportunidades de crecimiento, consideramos posible encontrar una relativa estabilidad y, de cara al futuro, cosechar rentabilidades interesantes.