El capital también se ha visto afectado. Las participaciones en Rusia se desvanecieron por el conflicto en Ucrania y los inversores se vieron obligados a vender empresas chinas afectadas por las sanciones, lo que les ha vuelto recelosos a la hora de movilizar capital a escala mundial.
El deseo por parte de los responsables políticos y las empresas de revertir algunos aspectos de la globalización es evidente, y ello está empezando a repercutir en la economía y los mercados.
Qué implicaciones tendrá
Si la desglobalización sigue avanzando a marchas forzadas, las tasas de crecimiento serán más bajas en términos generales, mientras que la inflación será más alta dada la menor optimización de los productos y la mano de obra. Tal vez los ciclos económicos sean más volátiles en un contexto internacional de menor distribución del riesgo y los márgenes empresariales podrían reducirse, concretamente en aquellas empresas que se habían beneficiado de la externalización de la fuerza de trabajo. Asimismo, es posible que aumenten las inversiones en bienes de equipo, sobre todo si tenemos en cuenta las exigencias de la transición energética y el incipiente ciclo de materias primas.
Qué oportunidades surgirán
A pesar de este panorama poco halagüeño para los mercados de capital, sigue habiendo oportunidades. Las materias primas, por ejemplo, podrían verse impulsadas a largo plazo, pues la menor eficacia de las cadenas de suministro y la competencia con los sectores industriales nacionales por los servicios suelen aumentar sus costes marginales de producción.
Además, la inestabilidad geopolítica entraña riesgos de oferta. A modo de ejemplo, al menos el 23 % de la producción de petróleo tiene lugar en países que actualmente se enfrentan a sanciones de Estados Unidos4. Los países pueden competir por los recursos, como por ejemplo los factores de producción para la transición energética, elevando con ello los precios y reforzando el proceso de desglobalización.
El oro podría sacar partido tanto de su condición de cobertura del riesgo en un mundo más inestable como del debilitamiento del dólar estadounidense como moneda de reserva. De hecho, la demanda de oro por parte de los bancos centrales alcanzó máximos históricos el año pasado tras la invasión rusa a Ucrania, probablemente por motivos de diversificación de las reservas más allá del USD y el EUR.
Las siderúrgicas estadounidenses ilustran muy bien la dinámica de las materias primas en la que estamos inmersos. Por un lado, el incremento de la construcción de fábricas y el interés de los clientes por los proveedores nacionales respaldan la demanda de acero estadounidense; por otro, como hay aranceles en vigor por la inquietud geopolítica, el aumento de las importaciones no sirve para aliviar la escasez. Todo ello permite al sector siderúrgico nacional obtener mayores márgenes de beneficio.
Las empresas industriales, como las de ingeniería y construcción, también podrían beneficiarse del gasto en infraestructuras locales y del proceso de onshoring descrito. Tras un largo ciclo de descensos, la capacidad de producción es limitada y el aumento de la demanda podría generar tensiones y un considerable poder para fijar precios; esto también favorecería a los servicios de alquiler de equipos a estas empresas de ingeniería y construcción y a los servicios ferroviarios a medida que se incremente el tráfico entre los centros de fabricación nacionales.
Los servicios de automatización y contratación de personal podrían verse impulsados por estas tendencias. El descenso de la inmigración y la mayor demanda de productos locales podrían tensar los mercados laborales, posiblemente aumentando la demanda de empleados cualificados y la automatización como respuesta al aumento de los salarios.
La desglobalización, un proceso imparable
Habida cuenta de la confluencia de factores políticos y económicos, es muy posible que estas tendencias se mantengan. Seguramente el camino a seguir esté sembrado de imprevistos, por lo que los sectores y las empresas favorecidos por los cambios en la dinámica de mercado fluctuarán al compás que marque el ciclo. En todo caso, con independencia de cómo se desarrolle la desglobalización, estamos convencidos de que en el futuro será un factor decisivo para el mercado.