Bienvenidos a una nueva (antigua) era económica
¿Qué nos anticipan los años 70 y, en menor medida, a los 80? Nos anticipan que volvemos a un mundo caracterizado por ciclos mucho más frecuentes y cortos, con una inflación estructuralmente más alta y volátil. En mi opinión, la hoja de ruta para los próximos 10 años seguirá un rumbo similar por dos razones fundamentales:
- La desglobalización motivada por la rivalidad geopolítica, la inquietud por la fragilidad de las cadenas de suministro y la aceleración del impacto físico del cambio climático.
- Una mayor cuota de rentas derivadas del trabajo dada la voluntad de los gobiernos de abordar la creciente disparidad de rentas.
Ambas dinámicas indican a que la inflación ha vuelto para quedarse. La inflación, además de ser estructuralmente más alta, podría ser más volátil que en el pasado reciente, lo que plantea a los bancos centrales la difícil disyuntiva entre crecimiento e inflación. Aunque el crecimiento se ralentice, la inflación puede seguir siendo elevada y difícil de contener si no se realizan duros ajustes. Por lo tanto, los bancos centrales deberán decidir qué resultado les preocupa menos. En los últimos seis meses, el mensaje que han transmitido todos los bancos centrales es que prefieren una inflación persistente a provocar una recesión innecesaria debido a un endurecimiento excesivo de las políticas, lo que aumenta la probabilidad de que la inflación se mantenga arraigada en el sistema durante más tiempo.
Este nuevo paradigma tiene consecuencias desestabilizadoras en los precios y en la correlación entre activos. Como los ciclos son cada vez más cortos y volátiles, es probable que la correlación entre renta variable y renta fija fluctúe, lo que reduciría la utilidad de la renta fija como activo de cobertura en las carteras multiactivo. Las cotizaciones de los activos deberán ajustarse también, y creo que habrá mucha más divergencia entre países e incluso entre sectores y empresas. Considero que los mercados aún no han asumido el cambio de régimen, ya que insisten en aferrarse a las mismas ideas de las dos últimas décadas. Esta visión sesgada obliga a los inversores a prepararse para ajustes potencialmente disruptivos conforme los mercados se adapten a la nueva realidad. En un sentido más amplio, si bien esta nueva era presenta un marcado carácter retro, difícilmente será un calco de las décadas anteriores, ya que es muy probable que la evolución demográfica, la rivalidad geopolítica, el cambio climático y la tecnología potencien la incertidumbre y volatilidad.