Actualmente, la remuneración adicional por prestar a empresas con grado de inversión frente al Gobierno estadounidense alcanza niveles no vistos desde 2007, antes de la crisis financiera global.
Durante los últimos tres años, hemos mantenido la opinión de que la volatilidad de los bonos del Tesoro de EE. UU. superaría la de los diferenciales de crédito en el mercado corporativo con grado de inversión, y finalmente así ha sido. Sin embargo, hay una diferencia clave entre la situación actual y la de hace tres años: en 2022, cuando la Reserva Federal de EE. UU. subía los tipos de interés para contener la inflación, los diferenciales de crédito eran mucho más amplios al principio debido al temor a una recesión. En aquel momento, el diferencial adicional de los bonos corporativos compensaba a los inversores por la volatilidad de los bonos del Tesoro de EE. UU., ya que una subida del tipo base del Tesoro podía verse contrarrestada por un estrechamiento de los diferenciales de crédito. En el contexto actual, salvo que nos enfrentemos a un nivel de OAS como porcentaje del rendimiento no visto desde antes del año 2000, consideramos que hay poco margen para un estrechamiento generalizado de los diferenciales de crédito.
Ante esta situación, dudamos de que los gestores de renta fija que buscan replicar y batir un índice de referencia puedan operar eficazmente en el mercado, dada la ausencia de primas adicionales al invertir en bonos corporativos. Hoy en día, tener la capacidad para ser flexible y alternar entre bonos del Tesoro y crédito podría ser la clave para mitigar el riesgo crediticio. En este sentido, seguimos convencidos de que los gestores de renta fija, que no dependen de índices de referencia y tienen mayor libertad para ajustar sus asignaciones, están mejor posicionados para enfrentarse al mercado actual.