- China ha vuelto a dar aire a los mercados desarrollados al reducir los precios de las materias primas y la inflación de los productos, tal como ocurriera entre 1995 y 2007, si bien no parece probable que la situación vaya a mantenerse. La debilidad de China ha camuflado la elevada inflación subyacente en la mayoría de las economías desarrolladas y, a su vez, ha permitido a los bancos centrales recortar los tipos de interés a pesar de la tensión en los mercados laborales. Sin embargo, esta dinámica podría estar a punto de cambiar debido a la respuesta de China ante la debilidad de su economía nacional y a la negativa de Estados Unidos a permitir que China exporte su desinflación, lo que podría llevar a otros países a seguir su ejemplo. Por tanto, es probable que la inflación de los productos haya tocado suelo.
3 Un mayor crecimiento nominal debería beneficiar a los activos de riesgo
Con una política laxa, mercados laborales tensionados y tipos neutros más altos, las consecuencias son evidentes, incluso antes de que entren en juego los aranceles. El crecimiento real, el nominal y la inflación deberían ser mayores en 2025 que en 2024 tanto en los mercados desarrollados como en los emergentes. Aunque cabe esperar que los bancos centrales recorten los tipos de interés menos de lo que anticipa el mercado, es probable que el crecimiento nominal se revise al alza. En condiciones normales, unas perspectivas de mayor crecimiento nominal son una señal positiva para los activos de riesgo, que deberían seguir despuntando. A nivel regional, los activos de riesgo de la zona euro y China son los más infravalorados en este escenario, por lo que tienen el mayor potencial de subida.
4 El regreso de las primas de riesgo
La continua escalada de los déficits públicos y la determinación de los bancos centrales de evitar una recesión podría alterar la relación «esperada» entre crecimiento nominal y precios de los activos. En este escenario, es probable que los activos de riesgo se revaloricen hasta que el mercado comprenda que las autoridades están dispuestas a impulsar el crecimiento a costa de mayores presiones inflacionarias, momento en el que exigirán primas de riesgo más altas en los activos. Ésa es la mayor amenaza para los mercados de renta variable: un incremento de los rendimientos de los bonos causado por un aumento de la prima de riesgo, y no por perspectivas reales de crecimiento económico.
El riesgo de que el mercado imponga las medidas restrictivas que los bancos centrales no quieren o no pueden aplicar se vuelve aún más pronunciado si se materializa la amenaza de mayores aranceles y proteccionismo. Un deterioro en el equilibrio entre crecimiento global e inflación haría que los déficits públicos parecieran menos sostenibles y que la política acomodaticia de los bancos centrales se percibiera como más «irresponsable».
El resultado electoral en EE. UU. ha complicado aún más este panorama, ya que podría acelerar la velocidad a la que el mercado asimila estas consecuencias, pero también limitar potencialmente los beneficios. Evidentemente, muchos aspectos dependerán de factores clave, como la composición de la nueva administración y el ritmo de las decisiones políticas. Sin embargo, la conclusión es que EE. UU. probablemente añada más demanda —a través de la política fiscal— a las importantes perturbaciones de la oferta derivadas de los aranceles y la emigración, lo que aumentará el poder de negociación de los trabajadores actuales. Esto contribuye a nuestra temática estructural a medio plazo de ciclos más volátiles, crecimiento nominal impulsado por la inflación y tipos a largo plazo estructuralmente más altos, pero también amenaza con agravar las disparidades macroeconómicas regionales. El mercado sabe que los exportadores, sobre todo Europa y China, serán los perdedores relativos. No obstante, los países y los responsables políticos rara vez permanecen quietos, lo que genera aún más incertidumbre.
5 Una creciente diferenciación entre países y regiones
Otra temática clave para 2025 y los siguientes años será la creciente diferenciación entre países, con menor correlación entre mercados y una mayor divergencia en las políticas. A medida que la globalización adopta una forma más limitada, el conocimiento de los mercados locales gana relevancia para los inversores activos que buscan aprovechar las nuevas oportunidades que se generan.
China es el comodín. Es evidente que la imposición de importantes aranceles por parte de EE. UU. supondrá un duro golpe para el crecimiento, pero la reacción de China ante este movimiento será igual de importante. ¿Optará por exportar su exceso de capacidad a otras economías? En este escenario, el alza de la inflación en EE. UU. llevaría a una disminución de la misma en el resto del mundo. ¿Responderá China con una importante batería de medidas fiscales, monetarias y de divisas para protegerse de las potenciales consecuencias negativas? Probablemente. De no hacerlo, el riesgo de que se desencadene una crisis financiera es real.
La zona euro es especialmente vulnerable. El modelo económico de Alemania, el principal motor de la zona euro, se ha desmoronado tras haber perdido su capacidad de exportar bienes producidos con energía importada barata. La imposición de aranceles por parte de EE. UU. desbarataría aún más el modelo alemán y la probable respuesta del Banco Central Europeo (más recortes a un ritmo más rápido que la Reserva Federal) no es una solución sostenible a largo plazo. Las próximas elecciones alemanas de febrero serán decisivas. La última vez que este país representó un lastre para el crecimiento europeo, un gobierno de centroizquierda impulsó un programa de reformas. En esta ocasión, todo apunta a que será un gobierno de centro-derecha quien presente una propuesta fiscal. Es probable que, una vez más, una crisis estructural desencadene una respuesta fiscal destinada a estimular la demanda. La inflación podría volver a mostrarse persistente.
El Reino Unido representa el ejemplo perfecto de muchas de nuestras temáticas macro por su aparente disposición a aceptar una inflación más elevada. El nuevo Gobierno ya ha comenzado a relajar su política fiscal. A pesar de sus buenas intenciones para estimular el crecimiento a largo plazo, la política fiscal más laxa impulsará primero la demanda, a medida que el banco central reduzca los tipos y se suavicen las condiciones crediticias. El crecimiento nominal podría acelerarse aún más, por lo que los mercados han revisado a la baja el número de recortes de tipos previstos por el Banco de Inglaterra, especialmente frente a otros países. Aunque supone un gran riesgo de cola, el Reino Unido podría volver a subir los tipos a finales del año próximo.
La reflación en Japón sigue firme; sin embargo, su mercado de renta fija es el más vulnerable ante una recesión global, ya que se da por sentado que los tipos de interés en Japón permanecerán siempre por debajo del nivel neutral. Aunque el Banco de Japón podría subir los tipos más de lo que anticipa el mercado en 2025, prevemos que las políticas seguirán favoreciendo el crecimiento. Japón es un ejemplo de cómo la evolución demográfica puede transformar una deflación generada por el ahorro en una inflación impulsada por los salarios. La cuestión más relevante en este país serán sus políticas. Las recientes elecciones mostraron con claridad que al votante típico le preocupa cada vez más la inflación. Sin embargo, parece que no serán escuchados, ya que lo más probable es que la nueva coalición relaje la política fiscal para que los hogares puedan contrarrestar la inflación, en lugar de aplicar medidas que contribuyan a eliminarla.
Chart in Focus: ¿Podrá mantenerse este mercado alcista?
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